sábado, 23 de junio de 2007

Mónica Navarro: ese tango que llevas ahí

Hay algo peor que perder un tango y es tenerlo pero ignorarlo. Y en verdad, todos (o casi) llevamos uno. Puesto o colgado. Por dentro o por fuera. En el bolsillo del saco. En la solapa. Sostenido con alfileres. Tatuado. En la piel. En las células o en los celulares. En el cuerpo. En el alma. Basta con mirar (o, mejor, sentir) eso que llevas ahí. Igual que Mónica.

El espectáculo de La Navarro, “Paquetito de tangos”, funciona como laboratorio de la experiencia humana (de este rincón del mundo). Un laboratorio capaz de descifrar cuanto de música ciudadana cargamos en la vida, sin saberlo. El show (que pasara por el Teatro siete días atrás) no se mueve en la superficie sino que se introduce en lo profundo de un fenómeno sociocultural. Con la convicción de que una prueba de ADN bastaría para detectar ese “gen arrabalero” en muchas esquinas ensombrecidas de la música pop o de rock. Géneros que marcaron el pulso vital de varias generaciones. En consecuencia, un concierto de Mónica perfectamente se puede definir como una noche de hallazgos. Pensado y sentido para ir al rescate de esos tanguitos escondidos en donde menos se sospecha que están. Digamos, es algo insospechado hasta que llega una artista como La Navarro que nos induce a cuestionarnos ¿cómo no pudimos captarlos antes?¿Cómo se nos escapó algo tan obvio? ¿Qué nos impidió, durante años, percibir esa filosofía gris de la música ciudadana (propia de los contrastes urbanos y humanos entre sueños blancos y realidades negras) en las formas compositivas de muchos de los héroes del rock & roll rioplatense?
Y ciertamente, esas descripciones de la ciudad que se camina y esa otra ciudad que llevamos dentro; o de cómo “el afuera” influye en “el adentro”; o de cómo “el adentro” influye en la percepción de “el afuera”, siempre estuvieron ahí.
Allá por los ochenta, “Los Estómagos” se atrevieron con Discépolo e inmortalizaron su versión punk de “Cambalache”. Con los años, la música ciudadana iría derribando prejuicios y desconfianzas y le devolvería la gentileza al rock. Y así, entre viajes de ida o de vuelta, se desvanecieron las barreras generacionales y tanto los más chicos como los más grandes entendieron que en el fondo (más allá de las edades y los estilos), de tango somos.
En esas vueltas andaba Mónica (descubriendo cuanto de “ronca maldición maleva” hay en los “raros peinados nuevos”), cuando la cruzamos a la salida de camarines...

“Estoy lista, mirá: ya me maquillé y me puse los zapatos de taco.” (Lo dice con un tonito bien de Tita Merello, que da para morirse de risa, y revela su perfil más teatral).

Ah, veo que viene completito el show: ¡con dance y todo, eh!
(Risas) “¡Ahí va!”

Decime, Mónica: ¿hay algo más inoportuno que una entrevista a 10 minutos de empezar un concierto?
(Más risas) “No, una entrevista siempre es oportuna. Lo que pasa es que así como, por ejemplo, antes del recital un guitarrista afina la guitarra, la deja en el escenario y si alguien la toca ¡lo mata!, los cantantes –al no poder hacer como ellos y dejar de hablar- tenemos la tendencia a cuidarnos un poquito la voz y dialogar lo menos posible para aprovecharla poderosamente en escena… ¡Pero ahora estamos de re charla súper gozosa y vamos a darle para adelante!”

¿Qué ganaste y qué perdiste en tu nueva vida como solista?
“No, sólo “qué gané.”

Bien: ¿cuál es la ganancia, entonces?
“Ser independiente en cualquier orden de la vida tiene costos: a veces son buenos y, en otras ocasiones, no lo son. En este caso puntual, se produjeron en mi vida solo ganancias: conocí terribles músicos, con los que aparte somos amigotes, y nos embarcamos en este proyecto tan estimulante de hacer tangos de la forma en que nos parezca. Sin guiarnos tanto por las estructuras tradicionales y, a su vez, respetándolas. Así que por el momento te puedo decir que únicamente gané aunque a veces puede pasar que “ganar” consista en que un plan no llegue a ningún lado. Uno “no” siempre es quien maneja las riendas de… ¡Pá!… ¡De la vida, te iba a decir! (¿?)”

¡Epa!, el tango nos puso filosóficos veo…
“¿Viste, vos?... ¡Qué maravilla!... Me puse “targuera” y digo frases terribles.” (Comenta, con humor, en un tono típicamente “gardeliano”).

En una banda las responsabilidades se suelen dividir en partes iguales, ¿sentís que ahora la responsabilidad artística pasó a ser toda tuya?
“De alguna manera sí y de alguna manera no. Y es así porque Horacio Diyorio –que es el pianista, arreglador y director musical que me acompaña actualmente- se encarga de escribir y ordenar las partes o decir: “¡pará, probemos con esto o con aquello otro!” Del mismo modo que Jorge Eduardo (Pi), que toca el contrabajo, sugiere sus ideas. Por lo tanto, aquí también nos dividimos los roles aunque quien lleve las riendas sea yo. Con el fin de ir hacia algún lado… o ninguno. Todavía no lo sé.”

¿Cómo funciona el proceso para llegar a descubrir en una canción pop o rock un tango?
“Eso lo hablamos pila con Horacio (que es además productor artístico del disco “Paquetito de tangos” de pronta salida al mercado). Antes de iniciar esto nos preguntábamos el uno al otro: “bo, ¿qué perfil le vamos a dar a las canciones?” Y la duda venía a raíz de que llevar una canción del tango al rock era muy común pero no el proceso inverso.”

Fijate vos que, en el primero de los casos, aún hoy está bien presente la revolución producida por “Los Estómagos” al meterse con Discépolo, cuando grabaron su versión “punk” de “Cambalache”…
“¡To – tal – men – te!... Sin embargo, nosotros decidimos probar al revés. Que tampoco es algo nuevo… En este sentido, no es nuestra idea el hacer algo innovador ya que eso de pretender “innovar” te coloca en un lugar que no es bueno. Y así, de a poco, entramos a intercambiarnos posibles canciones para convertir al formato tanguero.”

¿Y de esa “tormenta de ideas” que surgió?
“Horacio propuso “No soy un extraño” de Charly (García)… Y después yo dije: “¡pá, “Carabelas nada” de Fito (Páez) es un tango!” y coincidimos en eso. Y pasó lo mismo con un tema de un autor que había conocido hacía poco, “El Príncipe”, que terminó quedando en el espectáculo hecho un valsesito.”

¿Qué le aporta la voz femenina al tango que no le puede aportar la voz masculina?
“No sé. Yo por ahí, alguna vez le escuché decir a Milton Nascimento, en una entrevista que le hizo (Daniel) Viglieti, que “la voz femenina es la única con el poder de transmitir lo que cada palabra quiere decir en verdad.” Aunque esto del todo no me lo creo.”

¿Y por qué no lo crees?
“Por ejemplo, a mí Julio Sosa es un cantante que ¡me mata! Porque, independientemente de la emisión de su voz, ¡el tipo era un actor! ¿Entendés? Era alucinante verlo. Por eso te digo que no sé que es lo que le aporta la voz femenina al tango. Más bien, yo te diría, que es el tango el que le aporta a la voz femenina.”

¿Cuáles son tus predilecciones entre las cantantes del género?
“Me encanta María Graña en lo vocal. Me gusta mucho Eladia Blázquez como compositora y como voz. Igual que (Susana) “La Tana” Rinaldi y mis amigas Maia Castro, Valeria Lima y Ana Karina Rossi…”

Si al pisar el escenario te dijeran que sólo podés cantar un tango, ¿cuál sería?
“Eh… Me asusté, sería” (Risas)

Buen nombre para un tango, ¿cuándo lo empezás a escribir?
(Más risas) “Es que es difícil elegir uno solo… Mmm… A lo mejor sería “Nada” que es el corte de difusión del disco que acabamos de grabar.”

En minutos, Mónica saldrá a escena, con su deslumbrante voz, para cantar versos tales como “la geografía de mi barrio llevo en mí / será por eso que del todo no me fui: / la esquina, el almacén, el piberío / los reconozco… / son algo mío… / Ahora sé que la distancia no es real / y me descubro en ese punto cardinal / volviendo a la niñez desde la luz / teniendo siempre el corazón mirando al Sur…” o “tango que me hiciste mal y sin embargo te quiero” o “lo del tango es una idea que me toca aunque no quiera” y, poco a poco, comprenderemos de qué estamos hechos… y de qué están hechas nuestras canciones… Chan – Chan…

De tango somos
Después de su retirada abrupta de la mítica banda “La Tabaré” (tras una década prestando su voz, declaró que no se fue sino que la “echaron”), ahora Mónica dedica su tiempo al nuevo proyecto solista que se divide entre recitales por el país, la edición de un disco en vivo con material de otros artistas (“Paquetito...”) y la composición de “otro paquete” pero de canciones propias. Este plan es encarado junto a un “amigote”: Horacio Diyorio...

Mónica: “¡Vení Horacio!... Vamos a sumarlo a la charla” (a todo eso, 19: 50 del sábado, se cuela –con el telón cerrado- el murmullo de la platea que se puebla, Eduardo Pi prueba por última vez su contrabajo y el pianista Horacio Diyorio deambula entre los camarines y el escenario a oscuras con una tasa de café humeante en la manos para despistar al frío).

Arrimate sí… Que estamos hablando de…
Mónica: “Estamos hablando de vos.”

Venimos charlando de la experiencia de hallar los tangos ocultos en el corazón mismo de la música pop o rock del Río de la Plata, ¿cómo definís esa búsqueda?
Horacio: “Hay autores que, más allá de que estén dentro del género pop o rock, por una cuestión de imagen y estilo, tienen composiciones con un carácter más bien universal. Los grandes compositores tienen siempre en su obra algo de la impronta de lugar. En el caso de los temas que tocamos en este show, uno de Fito Páez y otro de Charly García, son composiciones que en sus versiones originales tampoco son de rock y nosotros percibimos en ellas una veta tanguera muy fuerte. Y ahora que los tocamos así, yo estoy convencido de que en realidad son tangos.” (Larga la carcajada y nos contagiamos)
Mónica: “¡Vamos a tener que ir a decirle a Fito que se confundió!” (Vuelven las risas)

Incluso, Charly en su disco “Unplugged” hizo una versión de “No soy un extraño” con bandoneón y todo, ¿la llegaste a escuchar?
H: “Si, por supuesto. Y considero que este perfil se capta en ellos porque tanto Charly como Fito son dos tipos muy inteligentes que, más allá de que sean estrellas pop, tienen muy en claro lo que es la música de la región. Algo que no es obligación hacer si no lo sentís o no te gusta pero es evidente que ellos sí lo sienten, lo entienden y tienen el gusto de hacerlo. Y buscando en estos autores es que intentamos darle algo nuevo al repertorio tanguero.”

Y a propósito del cancionero del tango, ¿que tanto de nuevo y que tanto de viejo tiene?
H: “A mi me parece que una de las grandes carencias del tango es la carencia de repertorio nuevo. Entonces, aparte de las canciones originales que puedas componer –que es el proyecto futuro que tenemos con Mónica-, tenemos la idea de buscar otras cosas que estén en la vuelta y tengan un alma tanguera o ciudadana como es el caso de “Mañana en el Abasto” de “Sumo” que, al escucharla, Mónica descubrió que funciona como una postal…”

Claro, es una nítida descripción ciudadana o urbana que posee en su narración los códigos propios del tango…
H: “Justamente. Es una postal porteña pero que perfectamente podría ser montevideana o de cualquier otra ciudad de Uruguay o Argentina.”
M: “Es transportable. Es como s hablara de “Tristán Narvaja”, acá.”
H: “A “Mañana…” le fuimos buscando la vuelta en lo musical hasta que dijimos: “¡tá, esto es una milonga!” y así quedó… Y ya te digo que a mí me gusta más nuestra versión que la de “Sumo”.
M: “Como ves nos ponemos la camiseta, eh.” (Risas)

Y ahora que recuerdo, una orquesta argentina llamada “Tango loco” llegó al extremo de llevar canciones de los “Beatles”al formato de la música ciudadana, así que se imaginarán la infinidad de tangos ocultos que tienen para rescatar por ahí, independientemente del idioma…
M: “Si, hay material de ese tipo.”
H: “Es que una y otra vez podés llevar canciones de un estilo a otro. Lo que ocurre, en este aspecto, es que a veces hay temas que sin pertenecer claramente a determinado estilo encierran dentro de sí una gran diversidad estilística. Y con Charly y Fito eso pasa bastante.”