jueves, 13 de septiembre de 2007

La parodia de una parodia

“Los Simpson” llegan a Uruguay gracias a Carlos Viana, “Nazarenos” y el carnaval

Tarde o temprano, el carnaval se iba a contagiar la “fiebre amarilla”. No podía quedar inmune toda la vida. Por primera vez, “Los Simpson” van a abandonar su “Springfield” natal para aterrizar en el Tercer Mundo. Según pudimos saber, “Homero”, “Marge”, “Bart”, “Lisa” y “Maggie” sacaron boletos para pasar sus vacaciones de febrero en Uruguay. “¿Lo dije o lo pensé?”...

Por Diego Sebastián Maga
Quien nos pasó la “info” es uno de los tipos más inquietos del teatro y el carnaval nacional: Carlos Viana. Director de la compañía teatral “Nuevo Arteatro” (presente en San José días pasados) y actor y “cerebro” de los más recordados espectáculos carnavaleros de humoristas los “Bubby`s” y “Cyranos” y de Parodistas “Velentinos”, “Momosapiens” y “Nazarenos” nos anunció que, con “Los Simpson” por acá, ahora más que nunca, hay razones para rogar por “¡que no se apaguen las bombitas amarillas!”…

“Este año salgo en parodistas “Nazarenos” y ya estamos trabajando en la parodia de “Los Simpson” que es ¡muy complicada!”

Es que “Los Simpson” es, de por sí, una serie paródica…
“Justamente, la complicación parte de que intentamos la parodia de una parodia. (Risas). “Los Simpson” parodian al “estilo de vida americano” y nosotros vamos a intentar adaptar esa idea al Uruguay. Veremos que tan bien nos va.”

Y en esa parodia, ¿te reservaste el papel de “Homero”?
(Más risas) “En principio sí. Es la idea. En el reparto de papeles quedó establecido así aunque si un compañero se tiene confianza para hacerlo no tengo problemas en que lo haga. No soy de creerme dueño absoluto de ningún papel. Estoy abierto a sugerencias y creo mucho en el trabajo de grupo.”

Además, el de “Homero” es un papel un tanto ingrato: recibe demasiados golpes…
(Vuelve a sonreír) “Igual, es un desafío interesante. Es bueno no quedarse con las parodias que viene servidas sino llevar a escena aquellas que presentan dificultades como esta.”

Históricamente, el ambiente teatral clásico miró con desprecio o subestimó al carnaval como expresión artística, ¿cómo funcionó este cortocircuito o desconfianza en un tipo como vos, que supo conjugar las dos disciplinas?
“Es cierto eso. Ojo, esa desconfianza también se daba al revés. Si bien, todo aquel que actuaba en carnaval y quería pasar al teatro se encontraba con prejuicios que lo etiquetaban -“No, este no porque es carnavalero” se decía-, idénticas barreras se percibían desde lo carnavalero hacia lo teatral. Yo viví las dos experiencias: cuando estudiaba en la Escuela del Teatro Circular recuerdo que me plantearon directamente “no hagas carnaval porque te deforma”. Y a su vez los carnavaleros te decían “es increíble como estos “teatreros” vienen a desfigurar el carnaval” (Risas). “Treinta años atrás ese ida y vuelta era tremendo. Y esa brecha -si bien no es tan profunda como antes- aún se percibe.”

Pero parece que esa rivalidad inútil tiende a desaparecer, ¿o me equivoco?
“Si. Ya el tironeo no es tan drástico como antes. Esa línea divisoria se ha ido borrando gracias a la invasión de técnicos y actores de teatro al carnaval. Hay un ir y venir de ambos lados que antiguamente no se producía. Incluso, en estos día se estrenó en el Teatro Alianza de Montevideo un “musical”, “Mi bella dama”, con un elenco que se compone de 12 carnavaleros. Y ni que hablar que, en décadas pasadas, algo así era impensado.”

Aparte, es indiscutible que mucho público tiene acceso a los contenidos esenciales de las grandes obras de la literatura universal gracias al carnaval; una parodia, por ejemplo, tiene ese efecto…
“Después de tantos años, parodias y textos, te puedo decir que nos ha pasado un montón de veces el hecho de que gente –especialmente joven- se acerque para comentarnos que después de ver un show entendió una obra o un acontecimiento histórico y que te pregunten por querer saber más.”

¿Y con qué parodias sensibilizaron más, en ese sentido?
“Lo más notorio nos ocurrió con la parodia de (Salvador) Allende. Que la hicimos –hace muchos años- con parodistas “Valentinos” cuando (Augusto) Pinochet estaba detenido en Londres. Si bien lo que se vivió en el pasado de Chile siempre estuvo presente, muchos estudiantes nos confesaron que pudieron clarificar lo sucedido –sus causas y consecuencias- luego de presenciar el espectáculo. Es como que ese encare que le dimos la historia les permitió comprender que vinculación tenía el personaje de Pinochet con la política. Como había llegado hasta ahí. Es decir, ahí entendimos que lo que hacíamos servía para educar.”

A propósito de las parodias de la historia universal, personalmente me pareció admirable aquella versión de “La Lista de Schindler” que presentaron con parodistas “Momosapiens”; primero porque fue un gran espectáculo y segundo porque encarar un tema tan delicado y dramático fue, en su momento, todo un riesgo artístico…
“Aquella parodia fue, sin dudas, otro ejemplo de búsqueda formidable que produjo infinidad de inquietudes en el público. Y si parodias como “La Lista de Schindler” sirvieron para abrirle la cabeza, al menos, a una persona podemos decir que el rol del artista ya está cumplido.”

Es más, me parece que parodias como “La Lista de Schindler” o la adaptación de “El Quijote”, suelen ser recordadas más que por sus dosis humorísticas por sus sutiles quiebres dramáticos y eso, supongo, debe ser un elogio…
“Exactamente: recuerdo que cuando con “Nazarenos” hicimos “El Quijote”, tras la Primera Rueda del Concurso, me llegó la versión de que el Jurado la consideraba, de la mitad en adelante, una obra excesivamente seria. Sin embargo, decidimos no agregarle chistes ni nada raro; la dejamos exactamente igual por considerar que la parodia era el cuestionamiento dramático de un personaje traído al hoy: era un “Quijote” que trabajaba en una oficina cualquiera (pública o privada) que un buen día se rebela y decide que quiere conocer cosas y andar por el mundo, tener aventuras y hacer su vida mucho más rica y digna que en su cotidianeidad y vulgaridad. Entonces sale a la calle y a la pelea y así el personaje ganaba seriedad. Porque, en definitiva: el mundo es cosa seria. Es muy difícil encontrar solo risa y humor en lo cotidiano. No todo es felicidad. Y quisimos expresar eso.”

En los espectáculos, vos sos de actuar y de hacer la puesta en escena, ¿te gusta el doble rol o te complica la vida?
“Si bien la puesta en escena me encanta, confieso que es difícil llevarla adelante junto con la actuación. En los últimos años lo hago en simultáneo pero es algo que no siempre hice: en los tiempos de los “Bubby`s” eso se lo dejaba a otro técnico porque no me gustaba estar adentro y afuera. Sin embargo, con los años me acostumbré.”

¿Los “Bubby’s aportaron lo suyo para eliminar esa barrera entre “teatral” y “carnavalero”?
“Y no solo los “Bubby`s” sino también murgas como “La BCG” o “Falta y Resto”. Que a su vez tuvieron la virtud de plantear el espectáculo como algo que no se limitaba al carnaval sino de todo el año. Así es como hicimos largas temporadas en diversos teatros.”

¿Este nuevo tiempo dirigiendo a los humoristas “Cyranos” implica que cerraste definitivamente la “Era Bubby`s” o se puede esperar una nueva generación?
“Para mi los “Cyranos” son los hijos de los “Bubby´s”. Pero los “Bubby´s” originales fuimos un grupo de amigos que un día decidimos concursar en carnaval, por lo que ese proyecto solo tenía sentido con ellos. Por tanto, al cambiar la gente y no poder contar con el elenco de entonces, opté porque los “Bubby´s” no salieran más. No tenía sentido seguir sacando el título con otras personas. Otra cosa que me parece mató a los “Bubby´s” fueron los viajes: si bien fueron una experiencia divina nos quitaron muchísimo tiempo en la preparación de los nuevos espectáculos. Nosotros hicimos seis giras mundiales: en las primeras regresábamos al país en noviembre, en las siguientes en diciembre y en las últimas ¡en los primeros días de enero! Y eso implicaba armar el show de carnaval en ¡quince días!... ¡Era imposible!... De modo que podíamos tener suerte de que igual nos saliera todo bien una vez, o dos, pero a la tercera no. Porque todo es trabajo (risas).”